Ese es el título del disco de la compositora y pianista sevillana Miriam Méndez. Bach desde luego lo resiste todo pero me parece que nadie había intentado hasta ahora fusionar la música del cantor de Leipzig (fundamentalmente preludios y fugas de El clave bien temperado) con los palos flamencos (bulería, rumba, tango, soleá, caña y sevillanas entre otros). El resultado es más que aceptable y seguro que abre la vía a nuevas experiencias futuras, tal y como ha pasado con las interesantes fusiones que en los últimos años han realizado músicos de jazz con artistas flamencos (sobre eso, seguro que volvemos a hablar otro día).
Sin menospreciar las aproximaciones más jazzísticas a la obra bachiana que habían realizado Jacques Loussier o Uri Caine (si bien mi favorito sigue siendo el disco homenaje a Albert Schweitzer titulado Lambarena. Bach to Africa, en el se fusiona la música de Bach con lo ritmos de Gabón, en una sorprendente colaboración entre el compositor y productor francés Hughes de Courson y el guitarrista y filósofo de Gabón Pierre Akendengué), el trabajo de Miriam Méndez es sumamente original. Seguro que irrita por igual a los puristas de uno y otro bando pero no tendríamos que esperar una vez más a que críticos y periodistas extranjeros le presten atención para darle nosotros una oportunidad.
Sin menospreciar las aproximaciones más jazzísticas a la obra bachiana que habían realizado Jacques Loussier o Uri Caine (si bien mi favorito sigue siendo el disco homenaje a Albert Schweitzer titulado Lambarena. Bach to Africa, en el se fusiona la música de Bach con lo ritmos de Gabón, en una sorprendente colaboración entre el compositor y productor francés Hughes de Courson y el guitarrista y filósofo de Gabón Pierre Akendengué), el trabajo de Miriam Méndez es sumamente original. Seguro que irrita por igual a los puristas de uno y otro bando pero no tendríamos que esperar una vez más a que críticos y periodistas extranjeros le presten atención para darle nosotros una oportunidad.
Y ahora que estamos de celebraciones mozartianas y hemos hablado de Hughes de Courson, otra recomendación: Mozart in Egypt, un disco del año 1997 que en estos tiempos de desencuentros interculturales convendría rescatar para mostrar que, al menos artísticamente, es posible la convivencia entre culturas.