Qué lleva a un hombre a ver Luisa Fernanda. Ésa es una buena pregunta. Pero todavía es mucho más difícil responde a otra: qué lleva a un teatro como el Real a programarla. Eso sí que es difícil.
Cuando uno ve los debates y diatribas que en el siglo XIX se daban en relación a la ópera nacional puede comprobar que la situación no ha cambiado tanto. Por lo que se ve, parece forzado y obligatorio demostrar la grandeza del arte patrio y el amor al terruño, y siempre recurriendo a la misma expresión chabacana de la cultura y la historia de la música española.
La historia de Luisa Fernanda viene a ser algo así: Luisa Fernanda quiere a José, un soldado trepa que ha llegado a coronel. Dada su nueva situación, el gachó responde a los halagos de una miembra de la aristocracia y, claro está, Luisa Fernanda, no puede en sí de rabia contra el Antiguo Régimen y toda la opresión que conlleva. Así que convence a Vidal, un extremeño de pura cepa (por lo noble y lo calzonazos) para que se una en una revolución contra
Ante un argumento tan solemnemente burdo sólo podía corresponder una música que tiene bastante de ramplona y chabacana, y aunque algunos números puedan ser salvados de la quema el resultado final es bastante mediocre, especialmente si la comparamos con las obras contemporáneas (más o menos) a ésta (se estrenó en 1932) que ha puesto en escena el Real este año: Desde la casa de los muertos y Diálogo de carmelitas.
Para culminar lo cutre-salchichero (y españolisísimo) de la función, la dirección de escena correspondió a Emilio Sagi que, aunque mejorando bastante su estándar y sin llegar a los niveles de mal gusto que mostró en El barbero de Sevilla, nos presentó una escena carente de imaginación, llena de elementos arbitrarios y recursos ramplones (el uso del blanco y el negro, las sombrillas, etc.). La orquesta fue espantosa, absolutamente plana, sin ninguna chispa, ofreciendo una continua sensación de agotamiento. Pese a que respeto profundamente a López-Cobos, desde luego no fue ésta su noche. Por lo que se refiere a los cantantes, la valoración es muy desigual. Las tres sopranos, Pierroti, Montiel y de
Afortunadamente, el camino de vuelta lo hice en compañía de John Coltrane…