2/13/2007
Futurología del presente
La noticia de la semana pasada (aparte, evidentemente, de las votaciones en Turkmenistán en las que se ha elegido al sucesor del señor arriba inmortalizado, que, entre otros méritos legislativos, tuvo el de prohibir la ópera, el ballet, la música sinfónica, la música grabada en actos públicos y el tabaco precisamente el día en el que dejó de fumar) fue el anuncio del proyecto de EMI de comercializar su catálogo en mp3 y sin restricciones anti-copia.
El mes pasado, EMI llegó a un acuerdo con el buscador chino Baidu, el cuarto más visitado del mundo. El catálogo de artistas chinos de la discográfica se podrá escuchar (no descargar) gratis en Baidu y las dos empresas se repartirán las ganancias derivadas de la publicidad.
EMI se ha dejado de lamentos (los de la industria discográfica, cuya gallina de los huevos de oro ha sido fatalmente atropellada por el feo progreso) y ha pasado a la acción.
Pensemos en positivo. Siguiendo esta tendencia, podemos prever que en el futuro se atenuará (si es que no acaba con ella) la tortura indiferenciada que nos infringe periódicamente el lanzamiento de “hits” diversos (para ayudar, también estamos asistiendo al manso declive de las radios y de las tiendas de discos). Las minorías tendrán - ya tienen - un acceso más fácil a lo que les interesa.
Y, alcanzado el extremo de la trivialización mecánica del sonido, se volverá a apreciar plenamente el aura que sólo podemos encontrar en el momento mismo en que aquél es producido, en concierto o durante un espectáculo. De hecho, por ejemplo, los seguidores de DJs y las nuevas generaciones de amantes de la ópera hace tiempo que se han dado cuenta de que lo distinto es, precisamente, haber podido estar percibiendo “allí” lo que no se puede reproducir de ninguna manera.