Está disponible - aquí - el anuario SGAE sobre hábitos de consumo cultural en España.
En la sección sobre música clásica se incluye una relación de las respuestas dadas por los entrevistados cuando se les preguntaba las razones por las que no frecuentaban más conciertos y espectáculos de ópera. Con diversas variantes, la respuesta común es la ignorancia confesada: no sé, no entiendo, es difícil.
La opinión de los autores es que la solución de ese problema pasaría por la programación de obras más accesibles. No me parece que ese tipo de «palpites» - ahora me faltan las palabras en castellano, ¿cómo se diría eso en la lengua de Cervantes? - tengan lugar en un estudio de estas características. No obstante, puestos a analizar, también hubiera sido interesante que se hubieran acordado de la muy pobre formación musical que, a lo largo de generaciones, han recibido - y todavía reciben hoy en día - los españoles en la enseñanza obligatoria.
Los que pertenecen a mi generación - que constituyen ahora mismo una buena parte de los «consumidores» culturales en España - pueden contarlo. Me acuerdo todavía de las clases de música que me dio una profesora de latín en la única asignatura sobre esa materia que tuve a lo largo de todos mis estudios preuniversitarios (8 años de EGB, 3 de BUP y 1 de COU). La señora - que no sabía distinguir la clave de sol de la de fa - nos entretenía durante horas leyendo en voz alta el manual para indicarnos lo que teníamos que subrayar. Yo estudiaba entonces piano y me reía para mis adentros (aunque, francamente, los conocimientos de historia de la música de mis profesores del conservatorio tampoco eran mucho más profundos...) Es fácil imaginarse la idea con la que se quedaron mis compañeros de entonces, con catorce y quince años, de lo que daba de sí aquella extraña cosa de la música clásica.
Con la LOGSE, las cosas hubieran podido mejorar. Sin embargo, lo cierto es que, dentro de los establecimientos de enseñanza, la presión para que los mejores estudiantes NO escojan la opción música es enorme. Muchos de mis alumnos - profesores de música - me han contado episodios sorprendentes que revelan el generalizado desprecio hacia la música por parte de sus propios compañeros de profesión especializados en otras disciplinas. Ahora, con la LOE, los sueños que parecían realizables con la anterior ley se han esfumado por completo.
La «impronta creadora» de la sociedad española es alérgica a la música clásica porque eso es lo que se fomenta - activamente - en las escuelas. En cuanto a la música popular, como siempre, la innovación seguirá viniendo de otros países donde sí se toma la música en serio. Luego es sólo cuestión de inventarse una letrita con prosodia mínimamente ajustada (o ni siquiera eso) y a correr.