Escuché el otro día en Alcobaça, en la inauguración de la 15ª edición del Festival de Música de la ciudad, el estreno de una de las últimas obras de Carlos Marecos: Inês, siete miniaturas sobre A Castro ou Tragédia muy sentida e Elegante de Dona Inês de Castro (1587), de António Ferreira, que es considerada la primera tragedia clásica portuguesa.
La pieza de Marecos, que es uno de los compositores portugueses más interesantes de la actualidad, es un ciclo vocal para soprano y orquesta a partir de fragmentos de la mencionada tragedia original. Los textos seleccionados son bellísimos y van desvelando, de forma sutil y en primera persona, la conocida historia de la infeliz dama.
El recurso a la literatura clásica, portuguesa en este caso, me hizo pensar en la ópera de Sánchez Verdú, así como el requinte tímbrico, común a ambos compositores, y la habilidad para transformar la orquesta en una especie de amplificación psicológica del texto. Después, Carlos Marecos me comentó que, en el futuro, le gustaría tener la oportunidad de poner esta obra en escena. Seguramente tiene razón, aunque a mí me pareció que la fuerza de lo que él ha escrito y la expresividad de la solista bastan para transmitir todo su dramatismo. No obstante, siguiendo con la comparación entre Verdú y Marecos, estas siete miniaturas se organizan conforme una concepción del tiempo más tradicional. En lo que se refiere a la partitura de Marecos, esta concepción se relaciona con la utilización de elementos reconocibles en diversas partes de la obra (por ejemplo, tipos de acordes en la orquesta, intervalos en la voz), casi como reminiscencias de procesos cíclicos. Obviamente, estos comentarios son descriptivos y no dicen nada acerca del valor de la obra.
Inês es un paso más, hermoso y seguro, en el sólido y personal trayecto artístico de Marecos. Propone una actualización de uno de los mitos más conocidos y fructíferos de la cultura portuguesa y lo hace en un lenguaje y con una maestría que le podrían asegurar el éxito en cualquier sala de concierto internacional. Desde el punto de vista estético, para mí es evidente la relación de esta obra con cierto espíritu finisecular, donde se articulan en la dosis adecuada varios "ismos": saudosismo, simbolismo y psicologismo. He estado a punto de colocarle la etiqueta de neo-saudosista (creo que tengo derecho a intentar entrar en el panteón de los críticos que hacen historia aplicando de esta forma un término reductor y con gancho), pero no quiero meterme en líos.
Una parte del éxito de la obra se debió a la excelente interpretación de la soprano Mónica Pais, un nombre a retener, y al cuidadoso empeño con el que Cesário Costa, al frente de la Orquesta del Algarve, la dirigió.
Para saber más sobre Carlos Marecos: se puede consultar la página del Centro de lnformación de la Música Portuguesa, creado y mantenido por la asociación Miso Music, o su página personal.
Y para saber más sobre Mónica Pais, sólo hay que clicar aquí.
A propósito de Inés de Castro hay bastante información en la net. Una posibilidad es empezar leyendo este artículo de Helena Vasconcelos, que resume la fortuna del mito.