5/22/2007

La ópera ha muerto, viva la ópera

Otra de las cosas que se me han quedado en el tintero estos días es la entrevista que le hice a Hans Zender con el pretexto de su última visita a Madrid. Dirigió, dentro de la programación de Musicadhoy, su "interpretación compuesta” de Winterreise.

Es asombrosa la variedad de referencias culturales y sonoras que se manifiesta en su obra y también en su conversación. La personalidad artística de Zender, maestro y compositor, no es, desde luego, banal y tampoco se adapta bien a los límites de lo que con política corrección nos parece propio del dominio de la música “contemporánea”. Es lo mínimo que se me ocurre comentar a propósito de alguien que ha grabado, con éxito, la integral de las sinfonías de Schubert o que piensa que Bernd Alois Zimmermann es el compositor alemán más importante de la segunda mitad del siglo XX. ¿La razón? La aplicación del concepto de pluralismo en sus obras.

Había leído que su Parsifal, en 1975, era un hito en su carrera, así que le pregunté sobre el asunto. Me respondió que de lo que mejor se acordaba era de la magnífica acústica de Bayreuth. Por lo demás, según él, dirigir ópera es aburrido, entre otras cosas por el escaso placer que le da trabajar con directores de escena que poco o nada saben de música. Acusa por ello de diletantismo a los más importantes teatros de ópera. En toda su experiencia como director de ópera, recuerda sólo cinco ocasiones en las que consiguió entenderse a la perfección con los responsables por la puesta en escena. Una de ellas fue la Elektra que hizo en los años 80 en colaboración con Nuria Espert.

En un momento dado de la entrevista, que se publicará el mes que viene en Audio Clásica, dijo:
La ópera no es el centro de mi experiencia como compositor. Pienso que tampoco lo es en la historia de la música del siglo XX, entendida como una exploración de los límites de la composición. La forma ópera, en el sentido tradicional, está muerta desde hace mucho tiempo. No obstante, sí me parece que es muy interesante combinar acontecimientos acústicos y visuales, lenguaje y canto, acción e imágenes, para crear nuevas formas de teatro musical que, en mi opinión, están directamente relacionadas con nuevas formas de cultura.
Probablemente, para hablar sobre El viaje a Simorgh, de su discípulo José María Sánchez Verdú, deberíamos empezar por aquí.