12/22/2005
Boas Festas
Encontrei-a no ano passado no blog de Alexandre Soares Silva. Guardei-a cuidadosamente na pasta As Minhas Imagens para usá-la na altura certa, ou seja, para agora. O verdadeiro espírito natalício, como se diz, no seu melhor.
Não é que não tenham acontecido coisas óptimas nestes dias. Sobretudo, fica pendente a entrevista que fiz ao Leon Botstein (sairá em Mundo Clásico um destes dias, juntamente com a crítica da Helena de Strauss) e o maravilhoso concerto de ontem na Culturgest (em co-produção com o Teatro Nacional de São Carlos) com música de Kagel interpretada pelo MusikFabrik e dirigida pelo compositor.
E não tive tempo de fazer a minha apostila à polémica provocada por Azúa, que é bastante menos inócua do que o seu fundo musical poderia fazer pensar. É só ver isto ou isto para perceber a razão.
Suponho que as comemorações do centenário de Lopes-Graça que não vão ser tuteladas pelo Ministério também deveriam ter sido motivo de um post neste blog, tutelado por alguém que se interessa pela sua música há quinze anos. Ficam também para depois. No entanto, eis, aqui, um adianto.
Até 2006. Felicidade para todos.
12/10/2005
Buenos y malos
12/09/2005
¡A Madrid!
Voy a tener la enorme suerte de entrevistar a Leon Botstein. Por cierto, el productor de una reciente grabación suya ha sido nominado para los Grammy de este año.
Dentro de unos días daré cumplidas noticias de mi excursión a la capital del reino.
El "caso Azúa": la réplica
Hoy ha sido publicada la réplica - sin desperdicio - del escritor, profesor y ensayista.
La cuestión central ha salido, por fin, explícitamente a la luz: la relación entre arte y democracia. Digo "cuestión central" en la óptica de este blog, aunque, como se sabe, hablar sobre música es hablar sobre el mundo, y esto incluye la política.
Triste atraso de los avanzados
FÉLIX DE AZÚAEL PAÍS - Opinión - 09-12-2005Ya sabía yo que ni siquiera tomando precauciones (¡mira que avisé de que "Schoenberg" sólo era una metáfora!) evitaría la indignación de un puñado de honestos trabajadores de la música. Hay asuntos que, en cuanto se tocan (la madre, la patria, la Virgen del Pilar, Schoenberg), hacen brotar a los defensores del honor perdido como setas en otoño.
A mi anterior artículo, en donde planteaba el inútil problema de quién decide sobre el valor de una obra de arte y la terca resistencia del público a aceptar la música de Schoenberg (algo que no sucede con otros artistas igualmente exigentes), le florecieron las contestaciones. Muchas, asombrosamente, por parte de españoles que ejercen de maestros de música en Alemania. Parecía un coro de Moisés y Aarón. Sin embargo, algunos profesores desafinaban. Uno de ellos me acusaba de antisemitismo, lo que da idea de la solidez de su pensamiento. Me chocó que escribiera "Schönberg". Al parecer ignora que el compositor se quitó la diéresis para distanciarse de la grafía alemana.
Más interesante era la carta de J. M. Sánchez-Verdú, cuya tarjeta de presentación (profesor de Composición de la Robert-Schumann-Hochschule de Düsseldorf. Berlín. República Federal de Alemania) podía parecer la de una marquesa de Serafín a quien no conozca estas escuelas de la Alemania profunda. Sus argumentos, en cambio, eran interesantes porque componían el arquetipo del moderno prehistórico que todavía se agita en algunos ambientes detenidos en 1970. Me van a permitir un análisis, argumento por argumento, dado su valor pedagógico.
Comienza diciendo que mi artículo es "un ejemplo de la libertad de opinión que una democracia conlleva", como si no le gustara nada, pero no hubiera más remedio que tolerarlo. Algo así como si admitiera que las mujeres pueden llevar pantalones, aunque sea de mal gusto. Luego dice que Schoenberg es el equivalente de Mies en arquitectura, Joyce en literatura y Kandinsky en pintura. Un poco precipitado. Algo ha cambiado en el panteón de las vanguardias históricas desde 1950. Mies el silencioso y Schoenberg el expresivo no son equivalentes, sino opuestos. Y Joyce, reconstructor de Homero, no tiene la menor relación con el armonista vienés que deconstruye a Bach. Añade el profesor: "(El artículo) Es una muestra más de la ignorancia, sobre todo musical, que nos rodea". Debería haber añadido: "Ignorancia de la que yo me he librado, y aquí estoy, oh, Señor, dando testimonio y repitiendo tópicos del Adorno de la posguerra".
Sigue luego una larga jeremiada sobre la ausencia de estudios musicales en España con la que estamos todos de acuerdo, ni musicales ni de ningún tipo, pero luego dice que "es normal que al señor Azúa no le guste Schoenberg", y ahí patina. No voy a defender mi amor por el vienés porque es algo trivial, lo que está en discusión no es un asunto de "gusto" (como quisieran los idealistas), sino de aceptación popular (como quieren los pragmáticos). El profesor continúa aferrado al elitismo modernista, persuadido de que el gusto musical por Schoenberg es superior, digamos, al gusto musical por Sibelius. Con ese planteamiento agonizó hace medio siglo la estética soberanista, incapaz de aceptar que los productos artísticos no son la manifestación de una Verdad Oculta y Superior, sino una propuesta para entrar en un juego social ritualizado. Los adornianos tienen problemas con el público, con el jazz, con Stravinsky, con la música de cine, con los juegos populares, que no tienen los benjaminianos.
En lo tocante al público, otro español en Alemania protestó indignado asegurando que cuando él acude a un concierto de Schoenberg tiene grandes dificultades para encontrar entradas ("incluso en Madrid", decía, como si fuera Puerto Urraco) y el teatro está siempre lleno hasta los topes. Seguramente se confunde de Schoenberg. Yo hablaba de Arnold, no de Jimmy Schoenberg. De todos modos, por profesionalidad periodística, hice una encuesta entre los programadores de Barcelona y fueron unánimes. Cuando programan un Schoenberg, siempre lo equilibran con Britten, Prokófiev, Falla o Mozart.
Tampoco es decisivo: el CD relativiza la cuestión. Dado que tengo medio centenar de grabaciones de Schoenberg, eso significa que otros doscientos mil, tirando corto, también las tienen. Lo cual traslada el interrogante a otro lugar más noble. Ya que nos obligan a hablar del Schoenberg real y no del metafórico, digamos que emprendió una revolución armónica a comienzos del siglo XX que ya había fracasado cuando se estableció en California a finales de los años treinta. El dodecafonismo es hoy una curiosidad histórica similar al trobar clus. Dudo de que los músicos jóvenes se empeñen en componer con esos mimbres, a menos que hayan decidido vivir eternamente de subvenciones públicas. No obstante, ése es el aspecto más atractivo de Schoenberg: su fracaso (que no comparte con Webern y Berg). No se equivocaba Thomas Mann cuando lo eligió como símbolo de la hecatombe germana. Su importancia negativa es indudable, ya lo dije en el artículo anterior, pero eso no lo hace más popular. Representa un final, no un comienzo.
El profesor se desuela luego: "Reivindicar el arte de consumo de mayorías como indicador de lo que es bueno es tan banal que no merece ni respuesta". Lástima. Sería interesante conocer la respuesta. Sobre todo porque luego viene ese topicazo de que "el arte exigente no es para mayorías" y que "no cabe en las ofertas del supermercado". Mi abuela estaba más al día. La parte viva de la estética actual lleva años demoliendo el romanticismo con naftalina que se prolongó hasta la escuela de Nueva York y Clement Greenberg. No puedo encargarme ahora de su tutela, bastante tengo con mis alumnos, pero por lo menos el profesor Sánchez-Verdú podría leer el clásico de Noël Carroll Mass Art (Oxford, 1998). A lo mejor le ayuda a vivir con menos pretensiones y a respetar un poco más los supermercados.
Este asunto de Schoenberg puede parecer esotérico a muchos lectores de EL PAÍS, lo que ya da idea del éxito del compositor y lo llenos que están los teatros donde se le interpreta, pero es asunto general y severo de una vieja escuela autoritaria. Por eso lo puse yo como ejemplo equivalente del concierto del Estatuto catalán, otro modelo compositivo admirable, de finísima inteligencia, elogiado por expertos y entendidos, novedoso y audaz, pero condenado a no ser aceptado por un público que no está para finuras de laboratorio, porque bastante tiene ya en su casa. Si tiene casa. No es el mejor momento para ensayar un nuevo despotismo ilustrado a la manera de la vanguardia del proletariado.
Podríamos presentarlo de este modo: hasta los años sesenta del siglo XX, era una verdad establecida que los juicios artísticos y culturales precisaban una preparación técnica y científica, sin la cual no podía ejercerse un juicio adecuado. Todavía hay compositores que justifican sus partituras diciendo que han usado modelos fractales o la serie de Fibonacci, como si no fuera suficiente oírlas. El proceso de transformación de la vieja cultura burguesa en industria cultural, del Arte en espectáculo de masas y de las obras de arte en objetos del turismo global sitúan las cosas en otro contexto. En el que, por cierto, no está de más darse una vuelta por la filosofía. La mejor amiga de las artes en estos momentos expansivos.
Uno puede negar rotundamente el derecho de las masas a introducir los productos de las artes en su vida junto a la gastronomía y el fútbol, como exige nuestro profesor de música, pero esa manifestación de impotencia está condenada a figurar junto a todas las posiciones reaccionarias de la historia. La exclamación "¡ya no pintan vacas, sólo manchan las telas!" es una queja exactamente equivalente a "¡cuánta ignorancia, han pasado cien años y no aceptan a Schoenberg!". Ambas quejas están diciendo: "¡No entiendo nada de lo que está pasando!".
Desde los hermanos Schlegel sabemos que la democracia no le sienta bien al Arte (siempre que va con mayúscula, es el hegeliano). Como profetizó Benjamin hace casi ochenta años, la democracia ha matado al Arte. Por fortuna, eso ha liberado una legión de artes (gráficas, plásticas, sonoras, visuales, virtuales, corporales...) que se adaptan perfectamente a la democracia de masas. Con un éxito notable. Y ya iba siendo hora. No se veía nada igual desde las caóticas fiestas de los Dada.
Asunto totalmente distinto es que aceptemos, o no, la democracia de masas.
12/07/2005
Un alto
No es propiamente una novedad - salió en 2004 -, pero no ha perdido su poder de seducción. Me refiero a la interpretación de Ilya Kaler de las sonatas para violín solo de Ysaÿe, publicadas por la Naxos.
Este sello tiene en catálogo - supongo que todo el mundo sabe que, por cerca de 20 euros anuales, es posible escucharlo entero a través de la red - otras grabaciones del violinista ruso sobre las que vale la pena volver.
Entre otras obras, están ahí sus versiones de las sonatas de Brahms y Schumann y los conciertos de Glazunov y Dvorak y los dos de Shostakovich, así como los caprichos y los conciertos de Paganini.
12/06/2005
Noticiário
12/05/2005
La música clásica y sus descontentos
Asistí el viernes pasado a un concierto en el magnífico Palau de la Música y Congresos de Valencia (de 1987, proyecto de José María Paredes, acústica excelente). El programa, con la tercera de Mahler, fue patrocinado por la empresa Cegás, que acababa de firmar un convenio con el Palau para financiar conciertos a cambio de la cesión de algunas de sus salas para actividades culturales propias.
Esta noticia fue recibida con satisfacción, por lo que supone como forma de colaboración entre la administración pública y la sociedad civil. Sin embargo, también provocó cierto descontento, por lo menos en algunos trabajadores sin convenio de la mencionada empresa que organizaron una pitada a la entrada del Palau, justo antes del comienzo del concierto.
Ese mismo viernes también me quedé bastante sorprendida cuando, al disponerme a ir al Palau – después de finalizar la sesión del curso sobre Historiografía Musical, organizado por el Instituto de la Música Valenciana, que fue el motivo de mi viaje a Valencia –, varios participantes, cuando les pregunté si no iban al concierto, me respondieron quejándose con cierta ironía de la dificultad que hay en conseguir entradas.
Todavía, después del concierto y durante el sábado, otros valencianos con los que tuve el placer de conversar me hablaron en términos bastante duros acerca del nuevo Palau de les Arts, según ellos, un proyecto infundamentado y autista, que hipotecará la comunidad durante décadas.
El domingo, en el avión de regreso de Valencia, leí en Le Monde de la Musique
Hoy, para enmarañar las cosas, Mundo Clásico se hace eco de una manifestación ante las puertas del Auditorio de Tenerife, protagonizada por cerca de un millar de damnificados por los efectos de la tormenta tropical Delta (que ha dejado sin electricidad a las Islas Canarias durante varios días). Los manifesantes protestaron por su “opulenta” iluminación el pasado sábado, día en que fue inaugurado el órgano del coliseo.
12/01/2005
Más sobre el caso Azúa
Por cierto, puede que haya lectores portugueses de este blog que no estén familiarizados con la obra de Félix de Azúa. Sirva este botón de muestra.
Atonal
Pedro Santana Martínez - LogroñoEL PAÍS - Opinión - 01-12-2005Tras leer las cartas de algunos lectores indignados, he llegado a la conclusión de que el día 11 de noviembre me vendieron un ejemplar de su periódico perteneciente a una hipotética edición B, mientras que, a lo que parece, a otros lectores sí que les vendieron ejemplares con un artículo donde Félix de Azúa demostraba una notable ignorancia musical y cometía varios pecados de lesa cultura.
En la colaboración de Félix de Azúa que aparecía en mi diario versión B no vi nada de lo que los lectores indignados encontraron en su también hipotética edición A. Como no puedo dudar de la competencia lectora de los mismos y, por otra parte, se publican sus razonadas quejas acerca de un artículo que yo nunca leí, me veo obligado a concluir que aquel infausto día cayó en mis manos una versión apócrifa de su diario, un simulacro tal vez. ¿O serían simulacros las ediciones con las airadas protestas? No quiero extenderme en más hipótesis, pues me temo que en su conjunto éstas resultarían marcadamente atonales.
Encantamiento
Hoy he empezado el día con Harmónicos I (1967), pieza incluida en la integral de la obra para piano de Jorge Peixinho, recientemente grabada por Miguel Borges Coelho (en la foto).
No voy a conseguir escuchar nada más hasta que se me pase el encantamiento.
11/30/2005
El caso Azúa
Esta vez, la doncella indignada es el compositor Sánchez Verdú:
Cultura de supermercado
José M. Sánchez-Verdú (Compositor, profesor de Composición de la Robert-Schumann-
Hochschule de Düsseldorf. Berlín, República Federal de Alemania)
EL PAÍS - Opinión - 29-11-2005
El artículo del señor Azúa en EL PAÍS del 10 de noviembre es un ejemplo de la libertad de opinión que una democracia conlleva. Aunque ataque a nombres de la cultura como Schönberg, que son lo equivalente a Mies van der Rohe en la arquitectura, Joyce en la literatura o Kandinsky en la pintura. Es una muestra más de la ignorancia, sobre todo musical, que nos rodea. España cuenta con una cultura musical tan mínima como inexistente pese al reciente crecimiento del número de auditorios, orquestas, óperas etcétera, muchas veces con más pompa y cáscara que con verdaderos contenidos. La formación musical desde la infancia no existe, los conocimientos musicales posteriores son desastrosos, e incluso los estudios superiores de música aún no se rigen por un sistema universitario propio, como en todos los países avanzados culturalmente. La frase "yo de música no entiendo" es el estigma que lleva casi todo español. No está de más señalar que salvo unos pocos ejemplos (Gerardo Diego, Valente, etcétera), en España los intelectuales han estado de espaldas a la música en los últimos decenios, hasta un punto vergonzante si lo comparamos con escritores, poetas o filósofos de otros países (Adorno, Mann, Eco, Kundera, etcétera). Es normal que al señor Azúa no le guste Schönberg; con él estará una inmensa mayoría de españoles que no han oído ni su nombre ni su música. Reivindicar el arte de consumo de mayorías como indicador de lo que es bueno es tan banal que no merece ni respuesta. Todo arte exigente y excelente no es en principio para mayorías, siempre ha sido así. De aceptar las ideas de supermercado de Azúa habría que excluir a Mallarmé, a Joyce, a Mondrian, etcétera, porque sus propuestas son "difíciles" y no aceptadas o "comprendidas" en un inicio por las grandes masas: ofrecen algo que a la vez exige, y eso no cabe en las ofertas del supermercado.
Afortunadamente, siempre existirá un arte de creación comprometido, difícil -el arte es una forma de transmisión de conocimiento, no sólo de diversión y espectáculo, como parece creer Azúa-. No podríamos aprehender una cultura sin el rigor y compromiso de los creadores que han arriesgado y abierto nuevos caminos. "Ningún arte, literatura o música estúpidos perduran. La creación estética es inteligencia en sumo grado" (G. Steiner, Presencias reales). Beethoven fue acusado de hacer ruido, de ser incomprensible; Bach, de ir contra las leyes de la música. ¿Dónde estarían los Azúas de entonces? Sin duda, también contra ellos.
Projecto de Siza Vieira em Logroño
Não tem a ver com música, mas fico contente na mesma.
Erkki-Sven Tüür
O jovem violinista Sergei Khachatrian provocou, merecidamente, o maior dos entusiasmos na sua passagem pelo Grande Auditório da Fundação Calouste Gulbenkian. O programa foi preenchido por obras de Shostakovich, Bruckner e Tüür, as quais foram executadas pela Orquestra Gulbenkian sob a experimentada batuta de Paavo Järvi.
Porém, o meu entusiasmo pessoal foi inteirinho para a peça de Erkki-Sven Tüür (a sua biografia encontra-se aqui), Searching for Roots. Aqui poderão ler uma entrevista com o compositor que me poupa a mim o trabalho das apresentações. Ele diz, reproduzidas aqui, coisas como esta:
"The first time I was in a real new music festival I was so surprised at the complexity of Central European modernism. I asked myself why do they avoid the repetitive, minimalist aspects? Why are they afraid of a simple triad? I was asking the same things when I listened to (American minimalist) Philip Glass, where some other qualities were lacking for me. I decided, OK, it should be possible to combine both camps into one piece - not to do it mish mash, but to structurally combine them so that the logic can be perceived."
Homenagem a Christopher Bochmann
Caros colegas e amigos,
Como e' do conhecimento de muitos de vos, amanha, dia
1 de Dezembro, Christopher Bochmann estara' em
Londres, onde sera' condecorado por Sua Majestade a
Rainha Isabel II, com a Ordem do Imperio Britanico
(OBE).
Esta condecoracao, que traduz o reconhecimento
institucional, ao mais alto nivel, pelos trabalhos
desenvolvidos ao longo de 35 anos de vida
profissional, consagra, em particular, os esforcos de
Christopher Bochmann no ambito das relacoes culturais
luso-britanicas neste ultimo quarto de seculo.
A Antena 2 junta-se a esta homenagem, amanha a partir
das 18h15, dedicando a Christopher Bochmann cerca de
3h30 de uma ampla emissao documental, que produzi e
realizei especialmente para esta ocasiao. Emissao na
qual, alias, alguns de voces participaram...
Neste sentido, convido-vos a sintonizar os vossos
aparelhos de radio para a Antena 2, amanha, a partir
das 18h15 ate' pouco depois das 21h, partilhando esta
homenagem amplamente merecida ao Prof. Christopher
Bochmann.
Cumprimentos cordiais, Pedro Amaral
11/26/2005
Parsifal na Antena 2
11/25/2005
Prenúncio de um Centenário
Alinhamento: concerto da camera (pelo Rostropovich), a terceira e a quarta sonatas (pelo António Rosado), as trovas e as quadras populares (pela Dulce Cabrita, com o compositor ao piano), segundo quarteto de cordas (pelo Quarteto da Oficina Musical: Carlos Fontes, José Manuel Costa Santos, José Luís Duarte e Gisela Neves), alguns dos prelúdios (pelo Miguel Henriques) e a sinfonia e a suite rústica para orquestra (pela Orquestra Sinfónica Nacional Húngara sob a batuta de Tamás Pal).
Só espero não ter de ouvir nos próximos meses ninguém que ponha em causa a impressionante qualidade artística da sua obra, porque, à falta de espada, não me vou conter e vou ser malcriada.
Qué grandísimo compositor.
11/24/2005
Mais estrelas para o sistema
O star system dos pequeninos
A prosa não é minha. Foi retirada, com a vénia, da Visão online. Tenho encontrado expressões similares em diversas publicações periódicas (da Máxima ao Público, passando pelos sites da RTP e da Sapo). Seria fácil - divertido, até - estripar a retórica do coitadinho-génio que tem prevalecido, pelos vistos com sucesso, na maior parte dos textos publicados sobre ele. Obviamente, os meus instintos agressivos dirigem-se apenas às palavras: a pessoa Domingos António merece-me o maior respeito.
O Henrique escreveu sobre o assunto no passado dia 15. Não vou desenvolver as questões que ele levanta, todas elas relativas à recepção crítica que o mencionado pianista tem tido. Talvez, porque foi o que notei aquando da primeira apresentação pública do pianista em Lisboa, caberia reflectir, não apenas sobre o silêncio dos críticos profissionais, mas, também, acerca da autoridade técnica e artística que então foi conferida a pessoas como Duarte Lima, António Cartaxo e António Victorino de Almeida e da permeabilidade com que os media e as "forças vivas" do país a saudaram. Eles é que foram os primeiros apoiantes da causa em prol do pianista.
Porém, o que este post pretende é principalmente chamar a atenção para a campanha de marketing que tem promovido o lançamento do CD "Quadros de várias exposições", inaudita no mundo da clássica portuguesa. Depois do elogio, vou a aproveitar para oferecer os meus serviços de assessoria dando um conselho: para a próxima, escolham um músico profissional português um bocadinho mais consistente. Se calhar, até conseguem incentivar a criação de um "star system" local. Seria bem-vindo.
(É que, depois de ter escutado ontem na FNAC alguns fragmentos dos "Quadros de várias exposições", hoje tenho dedicado parte do meu tempo à audição do duplo CD com a integral da obra para piano de Jorge Peixinho, gravada recentemente por Miguel Borges Coelho. Espero não ser mal interpretada: não estou a compará-los. De facto, como se dice en castellano, no hay color.)
11/22/2005
A distribuição do manancial e os seus problemas
começo por dizer que discordo (devia ter dito logo) deste tipo de iniciativas. ninguém tem a mínima legitimidade (ou pelo menos, nenhuma instituição pública tem) para seleccionar meia dúzia de nomes e dizer "isto é portugal, tomai e comei todos". qualquer selecção será arbitrária, injusta, e insuficiente. os criadores devem competir em igualdade de circunstâncias num mercado livre, aberto e global e aguardar a reacção do público. do grande público, do público alternativo, do português ou estrangeiro. sem interferência estatal ou pública. isto é mais honesto.
Editora musical = política cultural?
Vaz de Carvalho defendeu uma espécie de discriminação positiva para a música, materializada, entre outras medidas, na edição de partituras de obras de compositores portugueses (citando o DN: A prioridade será a música "Um dos meus primeiros objectivos é lançar uma colecção de todo o manancial de criações de compositores portugueses que não estão disponíveis.).
A ideia do Estado - um Estado qualquer - se responsabilizar pela edição de partituras dos compositores nacionais - de uma nação qualquer - faz-me confusão. Será que os compositores escrevem para serem protegidos pelo Estado, para se tornarem património? A expressão "todo o manancial de criações" é assustadora, porque revela uma total ausência de limites na própria concepção da tarefa. Que política evidencia? Quais os critérios?
Em Coimbra, falei da Condessa de Proença-a-Velha, dama da sociedade lisboeta que manteve um salão musical na mudança do século, pela qual me tenho interessado nos últimos meses. O que fez a Condessa foi gastar o seu próprio património na publicação - em volumes de excelente qualidade - das obras da sua autoria: isso, porém, não evitou que a sua música fosse completamente votada ao esquecimento.
Acho que, um dia destes, vou voltar a falar sobre ela neste blog. O seu é um exemplo edificante.
Karlheinz Stockhausen
Assim, muito rápido.
Um lugar comum: igualar Stockhausen a Boulez. Diria que, em termos criativos, não são verdadeiramente comparáveis (estou a favor do Stockhausen, claro, por mucho que me irrite). E, já agora, onde pára John Cage?
O homem diz que veio de Sírius e andou a dizer barbaridades após o 11-S. Há quem não o compreenda: deixou de haver lugar para a excentricidade neste mundo...
Mas ter à nossa frente um pedaço da história da música do século XX também impressiona (embora isso não implique necessariamente o acordo com todas as maneiras como essa história tem vindo a ser escrita).
11/21/2005
Sólo quiero lo mejor para ti
El hecho de denominar Mesías a una persona que como Schönberg fue perseguido por los nazis por, entre otras cosas, ser de origen judío, me parece de un gusto, cuanto menos, torpe.
Ya sólo por esta razón sería fácil refutar el extraño artículo de Félix de Azúa del pasado 10 de noviembre. Pero como además es ya tradición en muchos intelectuales españoles hacer de sus manías personales axiomas irrefutables, creo necesario aclarar lo siguiente:
De Azúa dice: "A Schönberg se le están muriendo los suscriptores". Si se refiere a aquellos que con tanto entusiasmo apoyaron personalmente su compromiso, le diré que en realidad ya murieron, pero, lo que son las cosas, casi 100 años después del comienzo del periodo atonal de Schönberg, aún seguimos hablando de él. Por desgracia, no veré cómo dentro de 100 años nuestros descendientes debatirán sobre la obra de Félix de Azúa (sin duda con la misma intensidad...), pero, mientras tanto, querría decir que don Félix ha tenido mucha suerte al asistir a los conciertos del IRCAM o Darmstadt (me imagino que si los nombra es porque ha estado alguna vez) y no tener nunca problemas de entrada. Yo, sin embargo, tanto en los mencionados como en los festivales de Witten, Stuttgart, Donaueschingen, Múnich, Salzburgo... y en Madrid (aunque parezca mentira), he tenido que soportar salas repletas y en más de una ocasión me he quedado sin entradas.
Aunque a De Azúa y a otros les pese, existe un público para Schönberg y para más compositores que no nacieron necesariamente hace más de 100 años. Éste es un público, al contrario que De Azúa, que no tiene problemas en disfrutar tanto con Schönberg como con Stravinsky, porque sabe que los dos son parte de la rica historia de la música, y además considera que la exclusión es ante todo ignorancia. Minoritario, pues sí, pero no inexistente. Por otra parte, la minoría de algo siempre se establece al comparar al menos dos cantidades, por lo que, afortunadamente, siempre tenemos la posibilidad de sentirnos minoría en alguna cosa (lo contrario sería un auténtico fascismo), por lo que todo y todos padeceremos en algún momento ese moderno auto de fe al que nos somete continuamente la "mayoría".
A estas alturas, por tanto, ni los oídos reaccionarios de Taruskin o Adorno ni nadie nos va a decir qué es lo que debemos escuchar (el mismo De Azúa cae en su propia trampa). Lo que sí debo decir es que el capcioso y arbitrario artículo al que me refiero me ha despertado las ganas de leer al completo el dichoso Estatuto, y, si puedo, lo haré en catalán.
11/16/2005
Sólo quiero lo mejor para ti
Aquí va:
Uno de los más respetados musicólogos vivos, Richard Taruskin, autor de una historia de la música occidental en seis volúmenes que incluye un elegante capítulo sobre rock (Oxford), tuvo una iluminación en ocasión de uno de sus viajes a Moscú. La orquesta del Conservatorio interpretaba la Séptima sinfonía de Shostakovich cuando Taruskin acertó a ver en la expresión de los oyentes una apasionada emoción que rara vez había observado en los conciertos de música moderna. Como Pablo de Tarso en su camino hacia Damasco, cuenta el crítico que vio con cegadora claridad que se había equivocado totalmente. No sólo él, lo que habría carecido de importancia, sino el conjunto de la musicología occidental. Se percató de que la teoría, la historia y la crítica sobre la música del siglo XX había cometido un error monumental. La música que sobreviviría, la que seguiría oyéndose cien años más tarde, sería la de Shostakovich, no la de Schoenberg.
Una afirmación como la anterior todavía suena escandalosa o estúpida para buena parte de los críticos, teóricos e historiadores de la música. Y en España, más. Para aquellos que sean totalmente sordos a la música clásica les diré que equivale a afirmar que Hitchcock soportará mejor que Eisenstein el paso del tiempo, o que Spielberg es más importante que Tarkovsky. Lo cierto es que Shostakovich está cada vez más presente en la vida musical, en tanto que Schoenberg se mantiene donde siempre estuvo, con la exigua minoría de expertos. Y se le están muriendo los subscriptores.
La paradoja sobre el valor de las obras de arte es que éste parece no depender del público, pero, ¿es en verdad posible que una obra de arte sea extraordinariamente valiosa, aunque nadie o muy poca gente quiera oírla, verla o leerla? Quienes afirman, por ejemplo, que la música de Schoenberg es fundamental y en cambio otra más popular como la de Stravinsky, es trivial o incluso "mala" (así lo afirma Theodor W. Adorno, modelo de los defensores de Schoenberg), ¿no están diciendo, en realidad, otra cosa?
Según esta posición, la importancia de Schoenberg, de Webern, del serialismo, del dodecafonismo, de las secuelas de Darmstadt, del IRCAM o de otros centros de producción experimental, es independiente de que haya alguien que quiera oír sus productos. El Arte vive para sí mismo. Quienes deciden sobre su valor (dicen) son los expertos, los profesionales. El público no puede decidir el valor de la obra de arte, porque entonces sería más valioso un musical de Broadway que una ópera de Schoenberg.
Esta inacabable disputa es inútil. Juzgue lo que quiera el experto, en el caso de la música (como en el del teatro) quien decide es el público porque la música es un espectáculo. De modo que Gershwin, Britten, Prokofiev o Janacek seguirán sonando en las salas de concierto, pero Schoenberg (utilizo su nombre como metáfora) cada vez menos. Quizás esto sea lamentable, pero también es inevitable. La dificultad que plantea Schoenberg es de un orden totalmente distinto a la que plantean compositores exigentes y sin embargo accesibles como Bartók.
Es justamente esa dificultad lo que permite que el valor de la música de Schoenberg no lo decida el público de los conciertos, sino el teórico y el historiador que creen que la historia de la música tiene un sentido trascendental. Si la historia de la música tiene ese sentido, entonces Schoenberg es la consecuencia de una cadena causal que desde Wagner viene anunciando la llegada del Mesías (Schoenberg). El valor de esa música tan escasamente popular es un valor histórico, filosófico y (sobre todo) religioso, más que musical. Por "religioso" me refiero a la creencia o la fe en que los procesos artísticos, sociales, económicos, en fin, los relatos históricos, tienen un sentido y sólo uno, a diferencia de las novelas. Por ejemplo, que la historia del Arte muestra el proceso de autoconciencia de las artes, que la historia de Francia es la de la Libertad de su Pueblo, que la sociedad capitalista ha entrado en su fase terminal, y cosas semejantes. Quien así piensa, está obligado a tener a Schoenberg por un músico más importante que Stravinsky.
Cuando la importancia de un hecho, suceso, objeto o caso no la determinan aquellos que lo financian y sufren las consecuencias, sino los expertos, los historiadores y los teóricos metafísicos, entonces estamos en un medio ajeno a la democracia y típico de la tradición autoritaria europea. Que la gente disfrute con Tchaikovsky y se aburra con Schoenberg puede ser lamentable, pero que para salvarles de su error se les condene a oír al vienés a todas horas, es despótico. En general, eso no sucede porque los conciertos se pagan, pero allí donde el contribuyente carece de poder de compra, sucede con harta frecuencia.
Compárese con lo que está sucediendo en la surrealista gestación del Estatuto catalán. Los expertos, los historiadores, los teóricos y los profesionales catalanes han decidido que "históricamente" (sea esto lo que sea) Cataluña tiene más derecho que Murcia a cualquier cosa, que la nación catalana posee una existencia de orden metafísico previa a sus habitantes, y que en la jerarquía de las naciones Cataluña sólo es comparable a Francia y superior a España. Cataluña es un pedazo de Schoenberg fundado en razones trascendentales. De momento, el público español ha desertado las salas de conciertos donde suena el Estatuto y son los expertos quienes se ven obligados a hacer publicidad para que la gente se entusiasme, o a condimentar encuestas carísimas que confirmen lo acertados que estaban y el éxito loco de estos conciertos a teatro vacío. Su alternativa es tocar sólo para adictos a Schoenberg.
La iluminación de Taruskin, hombre formado en la filosofía europea del siglo XX, filosofía impregnada de historicismo hegeliano y mesianismo marxista, es tan sencilla como esto: el descubrimiento de la democracia. La palabra "democracia", como lo prueba la dudosa moralidad de quienes la usan sin descanso para justificar sus deshonestidades, está cargada de instancias éticas. Parece como si lo democrático fuera lo moralmente bueno, cuando en realidad lo democrático es simplemente el conjunto de mecanismos que se despliegan de un modo casi inevitable para el control y la dominación de sociedades masivas con enormes potenciales energéticos y económicos. La democracia es tan sólo una técnica social eficaz para mantener el orden en un medio cuyo estallido sería funesto. Este mecanismo puede utilizarse bien o mal, pero no es un estado de gracia. Los políticos novatos utilizan la palabra como los católicos usan la palabra "devoción", y se acusan unos a otros de no ser democráticos... ¡como si fuera posible no serlo! Sin embargo, "demócrata" equivale a: "concernido por el mercado". El político demócrata es aquel que se ofrece en un mercado donde hay competidores. Nada más.
Para Taruskin siempre fue cosa evidente que las novedades de la música dodecafónica eran técnicamente interesantes. También, que Schoenberg creía que su nuevo método llenaría salas de conciertos en lugar de vaciarlas. Pero a diferencia de la música de su discípulo Alban Berg, el público no ha aceptado la del maestro. De un modo creciente, la programación de obras de Schoenberg (no todas: insisto en que utilizo al pobre vienés como metáfora) se ha ido haciendo por respeto a la historia, por su interés técnico, por la fascinación que ejerce sobre los expertos, pero no porque el público lo reclame a gritos y agote las localidades. De ahí también que en la historia de la música de Taruskin aparezca un capítulo sobre el rock, como en la historia de la literatura francesa de Kléber Haedens apareció Simenon un buen día, para escándalo y horror de los académicos.
Lo democrático no es, por sí mismo, "bueno" sino "eficaz". Los deportes de masas, el turismo industrial, las grandes superficies como lugares de entretenimiento y consumo, o el arte actual, son fenómenos democráticos, espectáculos masivos, movimientos de millones de personas con colosales poderes económicos y escasa libertad. Se parece bastante al nazismo, con una diferencia esencial: los políticos democráticos procuran programar aquellos conciertos que les gustan a las masas, en lugar de adoctrinarlas con conciertos que las agobian y agreden. Pero en algunos lugares, los profesionales de la vieja política, los viejos historiadores, los teóricos y expertos de la escuela trascendental o nacionalista, siguen actuando como sacerdotes cuya obligación es conducir al Pueblo hasta el Valle de Josafat y enseñarle a comportarse debidamente. A los pobrecitos habitantes de esos lugares los machacan con una política eclesiástica, de formación al espíritu nacional, en línea con la militancia sacerdotal que destruyó a Europa en los últimos dos siglos. Felizmente, al cabo de unos años los ciudadanos acudirán al mercado para comprar el político que más les apetezca. Ya veremos si es Schoenberg.
11/15/2005
Roberto Sierra
¿Y por qué no Roberto Sierra?
Alumno de Ligeti, lo conocí precisamente por eso. Le invité hace tres años a participar en unas jornadas en homenaje al compositor húngaro organizadas en mi Universidad. Vino desde Ithaca -él es profesor en la Cornell University - y nos habló de su música, de su visión del mundo y, cómo no, de la relación con su maestro.
El viernes pasado fui a Valladolid para saludarlo, aprovechando que había vuelto a España para asistir a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en el que el guitarrista Manuel Barrueco tocó sus Folias (2000).
Seguramente, alguien habrá a quien le parezca mal que su música sea comprensible. Yo, por mi parte, me quedo con la imaginación, la belleza, la ironía y con la alegría de vivir que revela. Y también con su esfuerzo por explorar, desde los Estados Unidos, sus raíces culturales a través de la creación. Que este esfuerzo no es tan inocuo como podría parecer queda claro cuando leemos las airadas reacciones que en España han provocado algunas de sus obras más "españolas", tales como los Fandangos para orquesta...
Bye bye Público
Fiquei entusiasmada quando, em Outubro de 1999, a Cristina Fernandes me telefonou para propor uma colaboração regular com o jornal Público. Desculpem a sinceridade (talvez deveria armar-me em profissional imperturbável e não confessar assim os meus entusiasmos neste blog...), mas acontece que o jornalismo tinha sido até então para mim uma espécie de aspiração privada (e também bastante romantizada).
Lembro-me com detalhe da minha primeira reunião com a Cristina e com a Alexandra Lucas Coelho (editora da secção de Cultura nessa altura) e o Alexandre Delgado (cuja ausência da crítica em Portugal é sentida com saudade por todos). E também lembro a minha primeira crítica, sobre um concerto de Marcel Pérès incluído nas saudosas Jornadas de Música Antiga da Gulbenkian, ao qual assisti com o também muito saudoso Orlando Pantera, entretanto falecido.
Foram seis anos óptimos, que me deram prazer e que agora deixo atrás sem lamentos. E com uma estranha e surpreendente sensação de liberdade recuperada.
11/04/2005
Desde España 2
A propósito do recentemente inaugurado Palau de les Arts, em Valencia (projecto de Santiago Calatrava, na foto). Uma e duas opiniões optimistas e uma opinião... realista?
A sua intendente, Helga Schmidt, disse isto em entrevista a EL PAÍS:
R. Este año tenemos 12 millones. Para la temporada regular inicial de 2006-2007 aún lo tiene que aprobar el patronato. Evidentemente, necesitamos la contribución del Ministerio de Cultura. Esperamos una cifra similar a la del Liceo [la pasada temporada su presupuesto fue de 55 millones, el 37% aportado por el ministerio] o a la del Teatro Real [44 millones, el 70%]. Tenemos que crear público, ofrecemos el programa educativo y la orquesta que puede llevar la bandera valenciana y española al extranjero. Con la orquesta sin formar aún, sólo con el nombre de Lorin Maazel, nos han invitado para hacer una gira en América. La orquesta puede ser la embajadora de España en el mundo.
Isto:
R. La base de un teatro de ópera es la orquesta. Mi condición sine qua non era formar una orquesta de alta calidad y compartirla con otros teatros internacionales. España tiene una gran cultura de literatura, pintura, música (hay fantásticos compositores contemporáneos), pero no una gran orquesta internacional. Hay muchas orquestas que tocan muy bien, pero no hay una de gran renombre internacional. El Teatro Real tiene al maestro López Cobos, es un director internacional que nosotros queríamos como director musical del Palau. Pero pasaba el tiempo y no abríamos...
E isto:
R. Tengo un programa de ópera popular, otro de ópera más sofisticada y, raramente, de muy sofisticada. Me gusta mucho la música del siglo XX, pero también Mozart, Puccini o la música barroca. Me atrae la idea de ciclos temáticos. Poner a un compositor de una época, un país, e informar dos o tres semanas sobre el periodo histórico a través de la música, de lecturas, de exposiciones. En el Palau esto se puede hacer. La primera temporada vendrán Mehta, Barenboim y López Cobos con Plácido Domingo, que harán un espectáculo español. Se celebrará el concurso Operalia. Habrá repertorio valenciano con Martín y Soler, además de La Bohème, de Puccini, y un Don Giovanni que dirigirá Maazel. E insisto: se pondrá en marcha la academia, que formará a artistas y técnicos para crear una infraestructura valenciana.
Desde España 1
En Ópera Actual, entrevistas a Carlos Mena, Darina Takova y Roberto Alagna (a deste este últimopor causa do CD que vai gravar dedicado a Luis Mariano: a tomar muito seriamente em muito alta consideração).
11/03/2005
Roberto Prosseda
Luigi Dallapiccola por Roberto Prosseda.
Tampoco deberíamos pasar por alto sus Mendelssohn Discoveries.
11/02/2005
I need a hero
Lido aqui.
Sandra Medeiros como Serpina
La Serva Padrona │ Ópera Buffa (Ópera Cómica)
12 de Novembro│ 16H00 │ Auditório Acácio Barreiros
La Serva Padrona [Programa Gulbenkian Criatividade e Criação Artística, Curso de Encenação de Ópera] – Um Espectáculo ArtemRede
La Serva Padrona, de Giambattista Pergolesi, é uma das obras mais populares do repertório operático de todos os tempos e é também uma das mais influentes, uma vez que serviu de modelo a Jean-Jacques Rousseau na sua polémica contra a ópera lírica francesa (Querelle des Bouffons, 1720).
Ficha Artística e Técnica: Encenação - Carla Lopes; Direcção musical - João Paulo Santos; Luz - Clemente Cuba em colaboração com Carla Lopes; Direcção de cena - Otelo Lapa; Interpretação - Sandra Medeiros (soprano), Jorge Martins (barítono), Carlos Alves e João Lucena e Vale (pianista); Figurinos e cenografia - Cristiana Lopes; Guarda-roupa - Maria Gonzaga;
A música da época do terramoto
À frente da Orquestra Metropolitana de Lisboa, Jorge Matta. Um maestro que é musicólogo e que consegue reunir e transmitir o mais positivo de ambas as tarefas. E transmitir também o entusiasmo aos músicos e ao público.
Na quarta, o programa é repetido no Centro Cultural do Cartaxo às 21h30. Vale a pena ir pelo menos por duas razões: para descobrir a música que Jorge Matta fez reviver e também para escutar a soprano Sandra Medeiros.
Otello 2
O, falsely, falsely murder'd!EMILIA
Alas, what cry is that?OTHELLO
That! what?EMILIA
Out, and alas! that was my lady's voice.DESDEMONA
Help! help, ho! help! O lady, speak again!
Sweet Desdemona! O sweet mistress, speak!
A guiltless death I die.EMILIA
O, who hath done this deed?DESDEMONA
Nobody; I myself. Farewell
Commend me to my kind lord: O, farewell!
Otello 1
Quando falei com ele, fiquei com a impressão de que Nicolas Joel menospreza Verdi. Confirmei-o na entrevista que também deu ao DN. Pois é. Para ele, Verdi é um provinciano.
Otello assassina o bem, a possibilidade do bem, não mata apenas à sua esposa. A ópera é ele. O drama é a sua destruição. Ou melhor, a sua corrupção, a sua queda no abraço do mal absoluto.
10/13/2005
Coisas da hermenêutica
«O passado é a melhor prova de como a politização da administração daquele equipamento, e respectiva rivalidade com a direcção artística, tem sido a origem de episódios pouco edificantes, com o fantasma de Pedro Burmester sempre a pairar sobre a Casa da Música, como ficou patente na sua inauguração. O passado de Serralves também explica o êxito do presente. O seu sucesso não pode ser dissociado do perfil dos seus administradores e directores artísticos. Os três administradores daquela fundação (João Marques Pinto, Teresa Gouveia e Gomes de Pinho), nomeados pelo sector privado, destacaram-se pela angariação de mecenas e pelo respeito pela independência dos directores artísticos. E Vicent Todoli, demarcando-se da cidade e importando o cosmopolitismo que faltava a Serralves, transformou aquela fundação num sucesso a todos os níveis. E sem discussões de hermenêutica.»
8/20/2005
Light of the End
Buscando más información sobre la obra - que puede ser leída aquí, aquí y aquí - me he encontrado con esto.
Ya puestos, y sin salir del site del Guardian, se recomienda la lectura de esta magnífica pieza de 23.000 caracteres dedicada a Charles Mackerras, que irradia luz desde la sabiduría de sus 80 años.
8/17/2005
Por cortesia da Antena 2
Ultimamente, tem sido notório o esforço da parte da Antena 2 para se transformar numa emissora simpática, que acompanha e dá prazer sem, ao mesmo tempo, perder a sua missão pedagógica. Imaginem só: de repente, passei a ser ouvinte! Ainda bem.
Só faltam algumas coisitas: um livro de estilo, actualizar um pouco a biblioteca, dar mais importância à pesquisa musicológica. Digo eu que deve ser possível encontrar um ponto de equilíbrio entre a maçada histórica e o vácuo que tem como modelo a prosa da Hola.
Não sei, por exemplo, a propósito deste fantástico concerto: Orquestra Filarmónica Real e Royal Opera House no mesmo texto? Até demorei um bocadinho em perceber que se tratava da orquestra do Beecham…. (sim, o tal que dizia coisas tão engraçadas como esta: “A musicologist is a man who can read music but can't hear it”…)E, já agora, ninguém se lembrou de ir buscar e comentar o texto que usou o Mahler na quarta sinfonia? Ou será que todos os ouvintes já o conhecem? Bom, talvez tenha passado antes de eu ter ligado. É que, conhecendo o seu significado, aquela ideia da obra cantar a infância “ingénua e perspicaz”, no mínimo, enriquece-se um bocadinho…
Ficámos, porém, a saber que o homem (Mahler, claro) foi para o divã do Freud por causa das suas desavenças conjugais (suas dele, de Mahler, claro).
8/14/2005
NY loves Bavouzet
Si ellos hubiesen tenido el blogger...
¿Es posible prever lo que será la música de mañana?
La mejor respuesta a la pregunta nos será dada por las obras que tendrán el poder de ser modelos. Profetizar, o querer instruir al futuro, es perjudicial, en el sentido de que el hecho consumado aparece siempre de manera diferente a las previsiones hechas a partir del examen estético.
Lo que han producido los tres creadores del movimiento musical moderno, Berlioz, Liszt y Wagner, no me parece que se haya reconocido en su significación real. Las principales obras de Berlioz y Liszt son todavía mal comprendidas, y es necesario no perder de vista que la popularidad asombrosa de Wagner no se ha alcanzado gracias a su grandeza, sino a una cualidad propia de su música y por las concesiones que ha debido hacer, tal como ostros maestros, al efecto sensual. Escuchando sus melodías se palpita. Es necesario pues buscar el punto donde ha encontrado la oreja de la masa, incluso de la Moda, y es ese punto el que ha servido de punto de referencia a los compositores “modernos”. El enorme progreso de los medios de comunicación con sus ruidos enervantes, la necesidad de un trabajo rápido, casi jadeante, para poder mantenerse al mismo nivel que los otros, la manera malsana de vivir que implica, juntamente con otras particularidades de nuestra existencia actual son la causa de que una buena parte del público no se contente con distracciones inocentes, de elevación y entusiasmo, sino que pida la excitación de los nervios que, como el opio, produce una exaltación momentánea de las sensaciones que determina, seguidamente, un abatimiento más seguro. Si esta excitación nerviosa es a menudo producida por la música de Wagner, es en las obras más recientes lo único que actúa. Las obras de nuestros compositores modernos son embriagadoras, sosegadoras, embaladoras o brutales, casi jamás puras y bellas, y, no obstante, siempre sorprendentes, ya que nuestro público actual aprecia esa sensación, y sólo considera “originales” las obras que son “diferentes” de lo que ha escuchado con anterioridad. Lo que ha ganado así es un progreso extraordinario de la orquestación, que acompaña el perfeccionamiento de las invenciones técnicas. Al contrario, lo que ha perdido, es la arquitectura espléndida y moderada de las obras de los maestros antiguos que, incluso en la obra menos importante de Mozart, brilla ante nuestros ojos con un esplendor parecido al de las ruinas de un templo griego o de una obra maestra del Renacimiento. Con esto también se ha reducido el sentimiento de que las obras más antiguas, necesariamente, han salido del cerebro de sus creadores de una sola pieza, sin ser el fruto del trabajo. Mientras que los ruidos impresionistas de nuestra música de programa moderna podrían a menudo ser presentados de otra manera produciendo el mismo efecto y que, en suma, tal como en los rascacielos americanos, todo depende del número de pisos, de la misma manera aquí todo depende de la cantidad de rascadores de tubas y de sopladores de trompetas.
Lo que, en fin (y esto es lo más doloroso), se ha perdido en esta concesión, tanto consciente como inconsciente, al gusto moderno, es la nobleza de la distinción de las sensaciones, sin la cual la verdadera grandeza no existe. Si me permiten darle un consejo a los jóvenes compositores, es el momento de sacar la cabeza del amasijo de principios y de disertaciones artísticas amasados a través de la acumulación de opiniones, de dejar de lado durante algunos años los escritos de Wagner, de estudiar a fondo las obras de los maestros antiguos, de mirar sobre todo la vida de frente, y, sobre los trazos que dejan en el alma sus alegrías y sus dolores, hacer que nazcan las flores artísticas…
8/11/2005
Europa cada vez más lejos (también de España)
Se eles tivessem tido o blogger...
Carlos de Mello, “A música em Portugal (I)”, O Dia, 19 de Março de 1902, p. 2.
O domínio da música está hoje em Portugal nas mãos de amadores, Este facto originalíssimo – e decerto único no mundo – importa uma descentralização muito grave e uma desorganização muito profunda, que não nos compete estudar nem discutir. Convém entretanto não o deixar no escuro, para que atentem nele os raros espíritos de eleição que ainda olham para as coisas portuguesas alheados d’el rei Dinheiro.
Orquestras portuguesas não existem, já que na composição das actuais mais da metade dos músicos – e que músicos! – são estrangeiros! Os nossos artistas de primeira ordem saíram de S. Carlos para formarem cá fora sextetos, onde vão honrando a Arte para não morrerem de fome; outros, bem poucos, ficaram no teatro nacional (?) lírico (?), nas segundas ou terceiras estantes dos primeiros lugares. Os mais estão nos teatros pequenos. Associação musical não existe, ou, se existe, não tuge nem muge. Há porém solidariedade artística, felizmente.
Essa solidariedade manifestou-se por forma brilhante no concerto do distinto violinista Cardona, no Conservatório, e no modo por que se organizaram o curso e a orquestra do Real Instituto. Preciso é, porém, que ela vá mais longe, e que se compenetre com inteligência, com energia e com desinteresse do elevado papel que lhe cabe na Arte, abandonando o processo das reclamações vocais e dos protestos platónicos, que de nada servem, para iniciar o restabelecimento do antigo espírito de classe, impondo-se por uma união sólida, escudada na competência artística e no patriotismo.
8/09/2005
No sólo de Bayreuth vive el hombre
Bomba ideológica
Sempre me aborreceu o carisma auto satisfeito do Bono e nunca gostei da música dos U2. Pronto. Já disse.
Dediquei, há tempos, um post à personagem e, na sexta passada, fiquei com vontade de comentar uma notícia que saiu no PÚBLICO, na qual se anunciava que o Presidente da República Portuguesa tinha decidido condecorar o cantor irlandês. Não o fiz por preguiça (e porque julguei muito mais importante, por supuesto, que nesse mesmo dia, o crítico Augusto M. Seabra confesasse, no mesmo jornal, a sua íntima preocupação pelo estreitamento do espaço crítico em Portugal).
A propósito da condecoração pensei "bela maneira de arranjar uma borla para o concerto" e segui em frente. No mesmo dia, através do statcounter de um outro blog que por vezes actualizo, fui cair aqui e achei o máximo.
8/05/2005
8/04/2005
Un futuro sem musicologia, talvez melhor
Não gostei da frase final. Auto-flagelo? Não, obrigada.
Em Espanha já aconteceu. Nada a fazer. A corrente e os preconceitos ganham. Já não é de todo mau que se tenha pensado numa área de "Estudos Artísticos". Aqui, nem isso.
Uma forma de ver as coisas encontra-se neste artigo ("El futuro de la universidad pública": aparece en medio de la página), já recomendado neste blog.
Músicas em movimento
Talvez teria sido mais interessante ter «ouvido» a voz da investigadora numa entrevista, mas, mesmo assim, vale a pena que se tenha chamado a atenção para o artigo, o qual vem no seguimento do projecto de investigação “Intermediários culturais, espaço público e cultura urbana. Estudo sobre a influência dos circuitos culturais globais em algumas cidades portuguesas”, financiado pela FCT e desenvolvido entre 1999 e 2002 por uma equipa do Núcleo de Estudos sobre Cidades e Culturas Urbanas, pertencente ao mencionado Centro.
Aqui está o índice do relatório final do dito projecto.
O meu pequeno mundo
8/01/2005
Karita
Mi comentario para Mundo Clásico salió hace un mes y vi el espectáculo hace dos, pero, francamente, la sensanción de encantamiento dura hasta hoy. Me parece que mi vecino en la blogosfera, il dissoluto punito, me entenderá.
El toque Lubitsch
Supongo que, aunque cada cual ha de tener sus propias razones para querer vivir en París, una de las que compartirán los lectores de Mundoclásico.com es la programación operística del Théâtre du Châtelet. La temporada 2004/5 todavía no ha acabado: está actualmente en cartel Medea, de Cherubini, y, el próximo 1 de julio, se estrenará un nuevo montaje de La Rondine, de Puccini, coproducción del teatro parisiense con Convent Garden que será protagonizada por Angela Gheorghiu. Pero es que, al echar un vistazo a la próxima temporada operística, lo que entra es un deseo irrefrenable de mudarse allí.
Y, si no, vean: un Anillo completo; Boris Godunov e Il Viaggio a Reims bajo la batuta de Gergiev; Franz Welter-Möst dirigiendo Fierabrás, de Schubert; y, en versión de concierto, Tamerlano y Alcina, de Handel, dirigidas por Christophe Rousset; El castillo de Barba Azul en la versión de Boulez; la reposición de L’amour de loin, de Saariaho...
De presencia habitual en el Châtelet, Karita Mattila regresa a ese teatro la próxima temporada para meterse una vez más en la piel de 'Leonora'. Me imagino que lo hará con placer, porque su última aparición en ese escenario – el pasado día 28 como Arabella, la cual, en realidad, el objeto de esta crítica – tuvo una recepción entusiasmada por parte del público. Sabiendo previamente de qué se trataba, porque el montaje era una reposición de 2002 y con un reparto de antología, la sala llenó.
De hecho, la puesta en escena de Peter Mussbach y la interpretación de Mattila (Arabella), Thomas Hampson (Mandryka) y , Barbara Bonney (Zdenka) fueron reseñadas en su momento en las páginas de Mundoclásico.com. No obstante, al leer esas críticas y compararlas con las que todavía se encuentran en la net de las sus sucesivas reposiciones de este montaje, es sorprendente descubrir que todavía es posible escribir nuevas cosas a su respecto. Mussbach sitúa la acción en un hotel art déco que funciona como referente de todo el siglo XX y de cualquier espacio urbano de tránsito: el vestíbulo de un gran hotel, claro está, pero también un centro comercial, un aeropuerto, una macrodiscoteca, unos grandes almacenes, un metro... Las referencias son explicitadas con numerosas fotografías en blanco y negro que se incluyen en el magnífico libro de sala, donde encontramos el metro londinense en los años 30 al lado de un centro comercial de los años 90...
Por eso, además, no parece descabellado que este montaje haga recordar también el cine de los años 30 en el que aparecen elementos típicos del referido estilo decorativo. Pensemos, como ejemplo, en algunas películas de Lang y Lubitsch o en los aparatosos musicales americanos de la época de la gran depresión. La referencia específica a Lubitsch en el título de esta crónica (que, en realidad, debería haber sido “Soy fan de Mattila”...) no significa, sin embargo, que ese realizador aparezca como una referencia inequívoca en la puesta en escena de Mussbach. No obstante, aquí también vemos puertas que se abren y se cierran, así como los pasillos y escaleras que tanto apreciaba el director alemán. Además, y sobre todo, lo que encontramos es la misma capacidad de transgredir lo que, en superficie, parece una dulzona comedia, con un toque de perversidad que, sin embargo, no deja de ser amable y cínica a la vez: parafraseando a Hofmannsthal, el talento para hacernos ver “las cosas como son”. Por supuesto, Mussbach juega con lo que Hofmannsthal y Strauss le ponen en bandeja, pero, tratándose de una puesta en escena, su aprovechamiento es un mérito que hay que tener en cuenta.
El segundo acto, por ejemplo, comienza con un momento, como se dice habitualmente, de película. Abre con el primer encuentro de Arabella y Mandryka en escena, ambos en la parte superior del decorado, pero separados por el “abismo” de una escalera. La música de Strauss, por supuesto, más la presencia de Karita Mattila y de Thomas Hampson sumada a una iluminación ejemplar provocaron la admirada respuesta del público, que no consiguió reprimir un oh encantado. La tensión entre identificación y distanciamiento se subraya sin embargo después, en el mismo acto, con la presencia de Milli, del coro y de figurantes vestidos alla hip-hop en la fiesta donde Arabella se despide de su juventud (y de sus pretendientes) antes de lanzarse al serio matrimonio con el no menos serio e imponente Mandryka. Por supuesto, otro de los méritos de Mussbach está en su impecable dirección de actores, como se podrá comprobar en el DVD (con el montaje de 2002), cuyo lanzamiento está previsto para breve.
Vocal y dramáticamente, la representación tuvo un nivel absolutamente excepcional. No tuve la mala suerte de quienes, en representaciones anteriores, tuvieron que conformarse viendo a Barbara Bonney “doblada” por otra cantante debido a un resfriado. Así que disfruté del trío protagonista, inmejorable como era de esperar, y del resto de los cantantes, a propósito de cuya actuación sólo se podrían escribir elogios. El placer fue, de resto, compartido por todos los presentes que acabaron aplaudiendo y ovacionando en pie al final de la representación. Infelizmente, la indisposición de Christoph von Dohnányi sí me privó de disfrutar en vivo de la dirección de uno de los más reputados especialistas actuales de la música de Strauss. Fue sustituido a última hora por Günter Neuhold, que cumplió con dignidad la espinosa tarea al frente de una orquesta maravillosa, la Philharmonia Orchestra, que suena siempre bien (sospecho que incluso independientemente de quien la dirija).
27.06.2005
7/28/2005
Perplexidades e quixotadas
Teófilo Braga considerava os centenários “sínteses afectivas das sociedades modernas”. Lembrei-me disso ao constatar o papel que têm tido os afectos na reacção provocada pela extinção do Ballet Gulbenkian. Fora as tomadas de posição que revelam alguma forma de aproveitamento político, o certo é que a resposta mais generalizada tem sido visceral e apaixonada. Não sei explicar isto.
Faz-me lembrar à impressionante movimentação que se associou em Portugal ao processo de independência de Timor e que nada teve em comum com as manifestações colectivas que eu tenho visto em Espanha. Estas, apesar de tudo, tem sido sempre provocadas por causas bastante menos “quixotescas”, tais como o repúdio ao terrorismo da ETA ou à guerra do Iraque. O “nuestro” Timor (o Sáhara) está “obliterado” das nossas preocupações colectivas, pelo menos nas suas manifestações mais espectaculares.
Porém, acho curioso, por exemplo, que o indigno fim do apoio da PT aos Concertos em Órbita não tenha provocado uma reacção análoga (alguém sabe onde é que pára agora essa graciosa verba mecenática?). Ou que tenhamos engolido tão discretamente a extinção da Orquestra Regional das Beiras e, há mais tempo, o desaparecimento do Festival dos Capuchos. Já agora, e o Museu prometido para 2003 pela Fundação Oriente? Mas, pronto, não interessa. Não pretendo – ¡Dios me libre! – julgar a moralidade destas coisas. Adiante.
Tem-se rememorado também o fim dos Encontros de Música Contemporânea e das Jornadas de Música Antiga, as quais, de facto, foram integradas na temporada de música da Fundação. Mas não tenho lido nenhuma referência ao interessante, leve e eficiente modelo de intervenção cultural (e social) desenvolvido pela delegação da Gulbenkian em Londres.
Tem-me surpreendido também, nestes dias, a recorrente invocação da palavra “património”, misturada com a descrição do Ballet Gulbenkian como uma companhia de “repertório contemporâneo”. Património? Repertório? Contemporâneo? Importam-se de repetir? É claro que percebo o seu uso e as suas significações, que não são, por isso, menos reveladores...
Há dois ou três anos, escrevi no Público um texto de comentário sobre uma temporada Gulbenkian de música. A palavra que eu utilizei então para descrever a situação do Serviço de Música foi “encruzilhada”. Aí também frisei que o ideal de excelência cultural herdeiro da época de Thomas Mann já não faz sentido no século XXI.
Quase diria que estamos perante mais um episódio da agonia do papel das elites fidalgas e afidalgadas no âmbito da cultura. Isto poderia explicar, pelo menos em parte, a reacção. Será que a preocupação pelo "social" irrompeu, finalmente e sem ser confundida com caridade, na, de resto, imprescindível intervençao artística da Gulbenkian?
Nota: sinto a necessidade de fazer constar que todas estas minhas dúvidas não são incompatíveis com o meu profundo respeito pela filantropia privada e, portanto, pelas decisões que nesse domínio são tomadas.